Sembrando contra todo viento




Ira andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, más volverá a venir con regocijo, trayendo su cosecha Salmo 126:6 Sembrar cuesta lágrimas, paciencia, esperanza. El que va sembrando la semilla sabe que debe esperar, sabe que las tormentas se harán presente en cualquier momento. Pero también sabe que la semilla crecerá a pesar de todo y que con alegría recogerá la cosecha. Si lo llevamos a nuestra vida diaria, todo el tiempo estamos sembrando, ya sea una Palabra de edificación para alguien o si estamos compartiendo el Evangelio. Al igual que el sembrador, nos acontece que debemos esperar, ejercitar la paciencia y muchas veces las lágrimas son parte de ese proceso de espera. Dios nos quiere usar para sembrar en la vida de las personas su Palabra, su consejo, pero a veces nos cuesta lágrimas. En Isaias dice que Su Palabra nunca vuelve vacía, y eso nos da esperanza de que la obra no la hacemos nosotros sino que la hace Dios. Nuestra tarea, aunque sea con lagrimas, es sembrar, todo el tiempo sembrar. A veces no podemos hacer nada, hemos puesto una semilla y solo nos resta esperar la intervención divina, allí podemos descansar su Palabra nunca nos volverá vacia. El agricultor sabe que debe trabajar con esa tierra, así en nuestra vida, debemos dejar que Dios trabaje sobre nosotros. Que quite todo aquella maleza que está estorbando. Y en ese proceso puede que estemos sembrando en la vida de otros pero a su vez recibiendo la corrección y guía de Dios en nuestras vidas. Dios no nos usara sucios, El quiere purificarnos para poder ser útiles. Nos apoyamos en sus fuerzas porque somos débiles, si Dios nos ha encomendado la vida de una persona y estamos débiles y flaqueamos podemos perjudicar el crecimiento de esa alma. La buena esperanza, el sembrador que camino llorando cuando sembraba la preciosa semilla ahora esta alegre recogiendo la siembra. Recuerdo a el Apóstol
Pablo, cuantas lágrimas les costaron los Galatas, o los Corintios, pero nunca se rindió, era pueblo de Dios y había que conducirlos a la fe, y los frutos se vieron. Pablo sembró con lagrimas y pruebas pero en la Biblia somos testigos que pudo cosechar muchas almas para Cristo. Pablo aun desde la cárcel oraba por ellos, eso nos tiene que enseñar, que cuando estamos sembrando en la vida de alguien, lo seguiremos haciendo, aun cuando nos encontremos presos en nuestras pruebas, ya que Dios traerá la salida. Sembremos, aun cuando las tormentas en nuestra vida sean muchas, Dios no desampara la obra de sus manos. Veamos a las personas como una semilla que hemos puesto sobre el terreno donde la gracia y amor de Dios dará crecimiento, y confiemos en el Señor que ninguna de las vidas que llevamos a su presencia se perderá.

Comentarios

Entradas populares